Este verano no has leído apenas
¿Quién iba a pensar que no sería infinito?

El verano no te ha dejado tanto espacio como pensabas para esa lista de libros infinita, como ya venía pasando con los primeros seis meses del año. Tampoco has acabado ese curso que tanta ilusión te hacía. Cualquiera diría que pagaste por él.
Es lo que tienen las mentes ansiosas, que en las pendientes resbalan. En las bajadas con pendiente y en la labor pendiente: no es distinto el caso de esos cabos sueltos a gestionar. Escarpada y resbaladiza, la autoexigencia está en el top de las mentiras contemporáneas.
Estás en 2024 y eres optimista y drástico, pues incluso pensar en un deseo que pedir es un ejercicio de aprovechamiento en el que dejas fuera opciones relucientes.
Es agosto de 2024 y no has leído esa lista de must-read del Goodreads, y eso que el nombre la lanzaba cortita y al pie. Qué descaro. Hace demasiado calor como para concentrarse en el jardín, eso te vendes, pero con frío tampoco nunca reconociste un día de perfecto clima para las ideas.
Estás a 5 de agosto de 2024 y sigues pensando que había quedado claro que la meta era el camino y no la meta en sí, mientras te descubres automatizando partes del proceso que antes te divertían. ¿Hay un emoji que escenifique la traición?
Sientes la conexión que te une a las ondas del WiFi, y eso que aún no te has decidido a pronunciarlo bien. La señora de tu lado en el bus es un personaje salido de Wall-E, que conectada al USB que carga su teléfono y a los auriculares de la pantalla de un Alsa en movimiento parece depender de ellos como soporte vital. Reposando el teléfono sobre su barriga, la gasolina que alimenta los dispositivos en última instancia es lo que la conecta a la vida.
Qué sería de ella si la rodease un silencio absoluto — por la misma razón que si me rodease a mí — no quiero saberlo.
Van a juicio los que juzgan, pero también un juez y un público, los que quieren resolución y también carnaza. Eso eres tú, ni más ni menos, pues no te libras de examinarte a ti y a tus hábitos de manera atroz: acusado, juez y jurado popular, algún rasgo de sociópata y otros de anciana que grita ¡yo sí te creo! sin que su esperanza caduque. Sí que crees en ti, pero te conozco en varias facetas. También es cierto que te gusta verte sufrir.
No has leído tanto como querías este año, ni llenado el letterboxd de críticas la mar de inteligentes. Algunas películas ni las disfrutaste, otras las viste porque eran de-un-director-japonés-que… y para otras no has reunido el valor, o el tiempo, o qué más da, si el valor y sacar tiempo son lo mismo.
Lidias con la derrota antes de la derrota, esa ya te la sabes. Pones objetivos para la segunda mitad del año, un curso del trabajo, otro en el ámbito personal. Un libro de aquella autora y diez de un top del Wall Street Journal, un proyecto personal ambicioso: te gustaría subir de nivel.
Sigues pensándote en una sub-trama como las de Hall y Dewey, y volverás a esa trama principal idealizada cuando recuperes los hábitos que te dices que un día tuviste — aunque duraron menos de lo que recuerdas. En cuánto vuelvas a leer cuatro libros al mes, ver ocho películas, hacer cada día una hora de formación online, entonces volverás a ser tú. Volverás a la rama original de sucesos bien encaminados, a ser el protagonista. Te estás armando de valor en el descanso, o simplemente de descanso porque no eres capaz de desplegar valor sin la batería a tope.
Por otro lado, te quedan diez días de vacaciones y no sabes si te dará tiempo a descansar, y además, quieres empezar con ese libro. Mañana será lunes, día fantástico para empezar. Speedrun de descansar y leer y llegar renovado. De tener una epifanía a plazos.
Los mismos problemas que siempre, la solución también parecida: quizá un poco más de motivación, este año seguro que sí que puedo…
